El origen del Belén
¿Existe el concepto del belenismo? Sí. No nos lo hemos inventado.
¿Existe el concepto del belenismo? Sí. No nos lo hemos inventado. Todos de pequeños hemos tenido la ilusión de poner el belén en casa con nuestra familia. Una buena costumbre que nos han inculcado nuestros padres y que mantenemos cada año ya seamos mayores o pequeños. Aunque es verdad que muchos han perdido las ganas por ponerlo, pero aún así resultaría imposible no reconocer nos encanta visitar los belenes de la ciudad, o encontrarnos con uno en los escaparates de las tiendas o en cualquier rincón de una calle, porque es un buen momento para lanzar al Niño una jaculatoria o una sonrisa de alegría al recordar que está punto de nacer para salvarnos.
Poner un belén no es nada sencillo. Cada año debe tener una forma distinta ¿Quizá este año el pesebre irá sobre una montaña hecha con libros y una manta, o bajo una cueva de papel de estraza junto a un río de papel de aluminio? ¿Y el castillo de Herodes? Tiene que ir siempre lejos del portal, para que nada empañe el brillo de la estrella fugaz de cartón pintada de amarillo. Las casitas cada año están puestas en un lado, y el pozo, y las figuras, y los animales. Todo cambia. Pero todo tiene el mismo sentido año tras año. Generación tras generación. Siglo tras siglo. ¿Sabemos quién fue el primer hombre que puso un belén?
Fue San Francisco de Asís. Nada más y nada menos que en la Nochebuena de 1223 en una ermita de un pueblo italiano. No utilizó figuras, pero sí animales: la mula y el buey. También un pesebre vacío. Basándose en las escrituras y en la tradición cristiana. En ese “escenario” celebró la misa y en el momento de la consagración colocó la forma que milagrosamente se convirtió en el Niño Jesús. Mucho antes de esto, ya en las catacumbas romanas había representaciones plásticas del niño Jesús en el pesebre.
A partir de ahí el concepto del belén fue evolucionando y se crearon una gran variedad de tipos: abiertos, cerrados, populares, artísticos, bíblicos, regionales, modernos, vivientes, napolitanos, tradicionales, de niños, y un larguísimo etc. Damos las gracias a San Francisco por ser el primero en representarlo y a Dios, por hacer que esta tradición se haya consolidado a lo largo de la historia.
¿Y tú eres belenista? Nosotros sí lo somos.